
Un factor que pocos conductores tienen en cuenta a la hora de pensar en la economía de combustible es la presión de las llantas. Una llanta con una presión inferior a la recomendada tendrá un apoyo más grande contra el suelo, lo que hará que consuma más gasolina para moverla. Ten en cuenta la presión ideal: una llanta muy inflada solo estará apoyada en el centro de su parche de rodamiento y no podrá apoyar el vehículo de manera ideal en vías con muchas curvas o en piso mojado.
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